Monasterio de Guadalupe. Detalle de la fachada mudéjar
Cuenta la leyenda que, en plena invasión árabe, allá por el siglo VIII, una imagen de la Virgen junto con otras reliquias había sido escondida por unos monjes junto al río Guadalupe. Siglos más tarde, a finales del XIII, cuando la zona vuelve a dominio cristiano, un pastor llamado Gil Cordero encuentra la imagen de la Virgen:
Un vaquerizo natural de Cáceres perdió una de sus vacas cuando pastoreaba su ganado cerca de Alía; la buscó por espacio de tres jornadas y, al fin, la encontró muerta. Intentó el hombre desollar la res, y para ello, le hizo en el pecho la señal de la cruz con el cuchillo. Fue entonces cuando se verificó el prodigio. La vaca se levantó por sí misma ante el espanto del buen extremeño. No fue eso todo, la voz celestial de la Señora reveló al pastor la existencia de la imagen enterrada siglos atrás en aquel mismo lugar, al tiempo que le encomendaba propagar ci descubrimiento entre los clérigos. La Madre de Dios expuso también la conveniencia de levantar en aquel paraje una pequeña capilla para dar culto a las reliquias que se descubrirían.
No terminaron ahí los milagros de la Virgen. Cuando el vaquero volvió a su casa se encontró con el triste espectáculo de su hijo muerto. Bastó una invocación a Santa María y la promesa de consagrar al muchacho a su servicio para que se obrase un nuevo portento. La resurrección del joven sirvió para ratificar las palabras del pastor.
Los relatos y sucesos relacionados con la Virgen de Guadalupe llegan a oídos del rey Alfonso XI, que visita el lugar a mediados del siglo XIV y relata la existencia de una pequeña ermita de Santa María: "era casa muy pequeña e estaba derribada, e las gentes que y venían a la dicha hermita en Romería non avían y do estar".
El rey otorga una serie de términos y dona el dinero necesario para la construcción de una iglesia, que poco a poco va adquiriendo mayor importancia por la implicación del monarca con la Virgen de Guadalupe.
A finales del siglo XIV el rey Juan I entrega a la Orden de los Jerónimos la iglesia del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.
Ya en el siglo XV es Isabel la Católica la que se implica de una forma personal con la Virgen de Guadalupe y visita en numerosas ocasiones el santuario.
Entre los siglos XIV y XVIII los jerónimos llevan a cabo numerosas ampliaciones sobre el edificio original, utilizando preferentemente mampostería y ladrillo, formando un conjunto cerrado con aspecto de fortaleza, con la idea de preservar las riquezas que se guardaban en el interior.
En rojo el Templo-Basílica, los dormitorios y refectorio que rodean el claustro mudéjar, del siglo XIV.
El Claustro Mudéjar (llamado de los Milagros) es de una gran belleza. Fue construido a finales del siglo XIV.
Claustro mudéjar del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe
En el centro se encuentra un templete mudéjar de 1405. Y alrededor del patio se muestran una serie de lienzos que cuentan la leyenda de la Virgen de Guadalupe.
Templete mudéjar del Monasterio de Guadalupe
La fachada principal también es de estilo mudéjar.
Fachada del Monasterio de Guadalupe
A lo largo del siglo XV y XVI se finaliza el claustro mudéjar, se construye el edificio del mayordomo, el claustro gótico, el átrio y otros elementos externos. También se reconstruye el Templo, de estilo gótico.
En el siglo XVII se construye el camarín de la Virgen y la sacristía del Monasterio de Guadalupe, en la que actualmente se exponen obras de Zurbarán.
En el siglo XVIII se construye la Iglesia Nueva, convertida posteriormente en auditorium. El coro y la sillería son obras de Manuel de Larra Churriguera, de mediados del siglo XVIII.
La imagen de la Virgen de Guadalupe está datada en los siglos XII-XIII.
El Real Monasterio fue declarado Monumento Nacional en 1879, y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.
En el interior del monasterio se pueden visitar varios museos:
Monasterio de Guadalupe desde la Ermita del Humilladero.
Monasterio de Guadalupe, vista posterior
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